Daniel Calparsoro dirige El silencio de la ciudad blanca, un thriller basado en la novela homónima de Eva García Sáenz de Urturi.
Estreno: 25 de octubre
Calparsoro (Cien años de perdón) lleva una muy buena novela -según he leído- a la gran pantalla de forma no tan buena. La historia está ahí, es interesante, atrae, pero no está bien llevada. El ritmo de El silencio de la ciudad blanca coge carrerilla al inicio para frenar en su segunda mitad, provocando una desestabilización en el espectador.
El principal problema al adaptar un libro suele ser sintetizar toda la historia en, como mucho, tres horas. La película muestra torpeza en este aspecto: demasiadas escenas de dos frases para introducir otra más importante, agujeros en el guion, relaciones forzadas, preguntas sin resolver. Un montaje algo caótico.
El film bebe, en ciertos aspectos además del título, de El silencio de los corderos, aunque no le hace justicia. El juego del malo inteligente que intenta ayudar al protagonista a atrapar al asesino mediante pistas no genera curiosidad. Tampoco crea un ambiente de tensión que mantenga al espectador inmerso en la historia.
Tampoco destacan las actuaciones, pues de esta película quedan personajes vacíos a los que apenas conocemos y mucho menos entendemos, de los que sabemos partes de sus pasados porque las mencionan o por ligeros flashbacks. Es decir, sabemos el porqué de la mayoría de sus acciones, pero no comprendemos las razones ni cómo han llegado a ser las personas que son.
El film está ambientado en Vitoria (País Vasco) y algo que sí hace realmente bien es enlazar las leyendas de esta región con la historia, relacionando por completo los asesinatos con estos mitos por los que se siente curiosidad. El modo de explicarlos los convierte en un cuento aparte del largometraje.
El silencio de la ciudad blanca se convierte en un thriller español más que, aunque sea de calidad dudosa, se mantiene estable para verlo una tarde sin planes.