Este fin de semana, la cartelera dramática de Madrid pierde una joya oculta. Cuidados intensivos se despide de la capital, a la vez que nos recuerda por lo que seguimos peleando.
Una sala de teatro minimalista, un escenario con un par de taquillas y un banco y la presencia de tres grandes nombres del sector son todo el atrezzo con el que nos introducen este pequeño pero intenso reflejo de la realidad.
La obra, producto de una idea fugaz de la gran Blanca Oteyza, narra la relación entre tres hermanas a lo largo de los años ( y de las vidas). Todo ello, con un trasfondo bio-sanitario, teniendo lugar en una supuesta sala de taquillas de un hospital.
Los personajes van sufriendo evoluciones y, pese a las actrices ser siempre las mismas, consiguen trasladarnos todas las etapas de la vida de una mujer. Sus frustraciones, sus alegrías y sus desencuentros pintan un cuadro con el que cualquier persona pudiera empatizar.
La muerte, la pérdida, el matrimonio e incluso la sexualidad. Ningún tema queda en el tintero de una obra, que se ha convertido ya en un homenaje a todas las mujeres de nuestro país.
Cabe mencionar que, a pesar del transcendentalismo de la pieza, las carcajadas están aseguradas, transmitiendo una evolución de felicidad, nostalgia y perseverancia a todos los presentes.
La brillantez de la pieza descansa sobre los hombros de una realidad post-pandémica que abraza la labor de los sanitarios y consigue que entendamos su valor tanto humano como profesional, siendo los personajes un reflejo de todas las tristezas y alegrías que van de la mano de una profesión que es más un estilo de vida..
Lo más curioso de todo ello, es que Oteyza partió de dicha idea mucho antes de que el famoso 2020 hubiera hecho acto de aparición en nuestras vidas. Lo cual prueba irrefutablemente la necesidad de hablar de aquellos que nos llevan salvando toda la vida.
Un relato humano, feliz y esperanzador. Tres hermanas que son el reflejo del amor, el respeto y el apoyo incondicional.
Lo único que queda por decir es, que si no habéis llorado, reído y aplaudido a estas hermanas, no sé a qué estáis esperando.
Es vuestra última oportunidad de ver la vida, a través de un cristal de realidad condensado en una hora y media.